lunes, 5 de noviembre de 2007

Comunicación Educativa y Espíritu Emprendedor: Seamos humanistas revolucionarios de verdad



Por: Rodolfo Díaz Castañeda
rdiazcas13@psicom.uson.mx

En tiempos de globalización y procesos de cambios tanto en los sistemas educativos como en las prácticas y ejercicios profesionales en los diferentes segmentos del mercado del trabajo, el movimiento por una Educación del Emprendimiento es como bien lo comenta nuestro colega blogfesor de Chile Benedicto González Vargas: “Un fenómeno de orden cultural que incluye comportamientos, valores, creencias y sobre todo, formas de ver el mundo que se actualizan en una propuesta de intervención en el entorno para generar utilidad y bienestar social para la colectividad en la que uno se encuentra inserto” .

Visto así y desde la perspectiva humanista de la Comunicación Educativa, toda persona formada con Espíritu de Emprendedor es una persona que logra convencerse que puede hacer algo útil para si misma y para cambiar el mundo; un ser independiente que se asume como Persona Comprometida desde una visión holística, solidaria y colaborativa, crítica y constructiva, moral y competitiva, ética e innovadora.
Son estos conceptos de suma importancia los que debemos transmitir a nuestros estudiantes dentro y fuera de las aulas, en especial quienes habrán de especializarse en Comunicación Educativa, no sólo por el bien de ellos como personas y sus familias, sino por el potencial que ello representa para el futuro de nuestro país y de sus respectivos ejercicios profesionales a desarrollar en un mundo cambiante.

Es una verdad de Perogrullo seguir afirmando que las formas actuales de enseñanza son anacrónicas y anquilosadas en cuanto a métodos y técnicas didácticas, en esquemas (incluso mentales) que ya están más que superados. Y, a como se presentan los desafíos de transformación institucional, nuestra escuela más allá de comprender el grado de pertinencia de los planes y programas de estudio, no puede seguir teniendo modos de enseñanzas poco creativas, donde el rol docente sigue siendo tradicional: transmitir informaciones como verdades absolutas y donde el rol de los estudiantes se limita únicamente a aprenderlas –“consumirlas”- desde la uniformidad pasiva y falta de creatividad... Como docentes enmarcados en la Era Global –como diría Manuel Castells-: ¡Hay que quitarse esa “Venda sobre los ojos”! y aceptar una realidad contundente: Esa forma de educación ya es cosa de historia, fue útil y necesaria para la Era de la Revolución Industrial... Hoy, ya no sirve en el mundo cambiante y globalizado en que nos encontramos.

El modelo de competencias para la estructuración curricular de planes y programas de enseñanza, que obedece más a la lógica organizacional de empresas industriales –propias de la Era de la Revolución Industrial – hace tiempo que entró en desfase histórico ante los embates de la Tercera Ola, como le denomina Alvin Toffler al fenómeno de Globalización de la Sociedad del Conocimiento... Por ello, no está demás decir que es casi una estafa seguir enseñando con una visión que ya no es útil para pensar y vivir.

Comparto la idea de que una Comunicación Educativa humanista para despertar el Espíritu Emprendedor exige que el P E/A que realizamos en las aulas al lado de los estudiantes – in strictu sensu- sea flexible, heterodoxa y plena en libertad para investigar y descubrir; exige que hagamos del aula un espacio de puertas y ventanas abiertas para el despliegue del talento de nuestros estudiantes. Todo ello, obviamente, vinculado con una sólida Formación Axiológica y fuerte motivación por la Vida y el Entorno, que asegure que las actitudes éticas, solidarias y de responsabilidad social no sean sacrificadas ante los embates de las competencias desleales de los mercados, los egoísmos y afanes de lucro y prestigio social.

La noble función de enseñar ligada a una concepción humanista de la Comunicación Educativa para despertar el Espíritu Emprendedor entre los estudiantes adquiere, hoy más que nunca, una gran relevancia entre aquellos docentes comprometidos a favor de la profundización de los cambios en los modos de enseñanza e investigación; ante todo, porque asistimos a un tiempo de oportunidad que, como docentes, tenemos para cumplir con una nueva generación de jóvenes que piensan y sienten un futuro que viven como realidad presente; en especial, con expectativas de aprendizajes de conocimientos útiles y habilidades cognitivas necesarias para su libre desarrollo intelectual, académico y laboral.

Quizá parezca paradójico, pero esta idea de Espíritu Emprendedor puede parecer un concepto un tanto vinculado al mundo de la empresa, del capitalismo y a todo cuanto se asemeje al afán de lucro, pero, en su esencia, no está distante de las más nobles aspiraciones de muchos docentes comprometidos con las causas civiles contra la enajenación y explotación, contra la desigualdad y la discriminación, contra la injusticia, la corrupción e impunidad.... En su sentido más amplio y a la luz de las mejores lecciones históricas de progreso de la Humanidad, el Espíritu Emprendedor, es en sí mismo, un concepto revolucionario y profundamente democrático.

“Es un concepto tan revolucionario que puede llegar a cambiar la vida de nuestros estudiantes y la de su entorno, porque los hará vincularse con la realidad, con los dolores y problemas que manifiesta y les permitirá tener una mirada creativa que posibilite intervenir para resolver, con espíritu solidario, demócrata y colaborativo”.

En síntesis: Seamos consecuentes en ese espíritu y emprendamos, al lado de nuestros estudiantes, la noble empresa de desarrollar capacidades y talentos para que cada quién, desde sus respectivos roles, construya su propio destino superando los anacronismos y trascendiendo las secuelas de crisis de toda índole que tanto malestar y daño nos causan como personas pertenecientes a una ciudadanía civil en proceso de globalización.

¡Seamos docentes humanistas revolucionarios de verdad!, pues de no serlo...


Fraternalmente quedo de Ustedes